Cuando la tuve por primera vez entre mis manos, me sorprendió su transparencia violeta, esa mezcla de luz y sombra que parece atrapada dentro del cristal. Es un morado vivo pero profundo, como si guardara pequeños secretos en su interior.
La monté en plata con mi querido efecto Dust, esa textura ligeramente polvorienta y envejecida que tanto me inspira… como si la pieza ya hubiese vivido, como si trajera consigo un susurro antiguo.
Es una joya única, hecha con calma y con cariño, dejándome guiar por la forma natural de la piedra para no robarle protagonismo.
Siento que este colgante no solo adorna: acompaña.
